Hace mucho tiempo había un niño llamado Fito que tenía un perro llamado Pulgoso. A ellos les encantaba recorrer el mundo y sacarse fotos.
Un día decidieron ir a Chile a ver los volcanes y Fito llevó alfajores de maicena para comer mientras miraban el volcán hacer erupción.
De repente desapareció Pulgoso y Fito no sabía qué hacer. Luego comenzó a llover y Fito no podía salir a buscarlo.
El niño no dejaba de pensar qué le había pasado a su mascota. Por eso salió con la lluvia.
Fito gritaba:_¡Pulgoso, Pulgoso !
Pero Pulgoso no aparecía por ningún lado. Fito se puso muy triste y decidió buscarlo al día siguiente.
Cuando se levantó lo siguió buscando y encontró un callejón oscuro y muy temeroso con una casa al final. Fito entró para ver si su perro estaba ahí, lo llamó y escuchó ruidos. Entonces fue a ver de dónde provenían.
El nene entró a la casa, esta era muy vieja. En ella encontró muchos perros; volvió a llamarlo. Había tantos perros que no podía saber cuál era el suyo, escuchó un ladrido que era parecido al de su perro. Se puso muy contento al escuchar a Pulgoso; lo llamó y éste salió a hacerle festejos.
Finalmente los dos pudieron ver el volcán y sacarle fotos con la cámara que habían traído.
¡Fito y Pulgoso se divirtieron mucho en esta aventura!.
Autora: Nahir Torres
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